A comienzos de la década de 1930, Shinichi Suzuki, en busca de una metodología adecuada para enseñar a los niños pequeños a tocar violín, observó que el aprendizaje de la lengua materna tiene invariablemente un éxito total, ya que todos los niños aprenden a hablarla, sin importar lo complicada que esta pueda parecer. Todos los niños nacen con la capacidad natural de aprender.
Los principios de la enseñanza de la lengua materna aplicados al aprendizaje de cualquier instrumento o área educativa, es a lo que el Dr. Suzuki llamó “La Educación del Talento”.
La filosofía Suzuki nos lleva a entender que el proceso de desarrollo de los niños en cualquiera de sus capacidades, se puede producir de una manera natural e inconsciente, tal como sucede con la lengua materna, gracias a la existencia de un entorno estimulante y positivo que se convierte en fuente de información e interacción. El apoyo y la motivación con amor, son fundamentales para que el niño sienta que hace bien lo que hace y se estimule a continuar haciéndolo.
La metodología Suzuki, busca potenciar el talento que yace en cada individuo, favorecer una actitud de exploración a través de los sentidos, promover la libertad para la auto-expresión, estimular la observación y la concentración, fomentar los valores de respeto, amor, disciplina y bondad, causando un impacto positivo del individuo en su entorno.
Un entorno positivo representa el “caldo de cultivo” idóneo para despertar el interés del niño y potenciar el desarrollo de sus capacidades. La interacción y los intercambios que se producen entre el entorno y el niño en sus edades tempranas, viene dado por lo que Suzuki identifica como “el trabajo de las fuerzas vitales del organismo que lucha por subsistir y por adaptarse al medio desde el principio”. Este entorno podría ser idóneo por razones fortuitas, por ejemplo: padres músicos que ensayan en sus casas o llevan a sus hijos a sus ensayos, presentaciones, clases, etc. y el niño está permanentemente expuesto a un mundo musical, así como está expuesto a la lengua materna. En muchos otros casos, la mayoría de ellos, el ambiente idóneo requiere de la determinación y el compromiso por parte de los padres o de quienes definen el entorno de desarrollo del niño, para que este cumpla con determinadas características. Esto determina que no existe un entorno idóneo y motivador, sin padres comprometidos, amorosos y enfocados en lo que quieren para sus hijos.
El niño va absorbiendo todo aquello a lo que está expuesto y cuando ya ha integrado esta información, “devuelve un resultado al entorno”: sus primeros sonidos guturales, sus primeras palabras, su primera expresión artística sea a través de la música o de cualquier arte. Los niños adquieren seguridad cuando estos resultados son apreciables por los adultos. Las personas que forman parte del ambiente del niño se convierten en los ejemplos a seguir. El niño imita lo que hacen los adultos en aras de poder hacer eso mismo que ellos hacen. Así, los niños aprenderán valores, en un espacio de actitud positiva y lleno de amor en la medida que el entorno se caracterice por estos aspectos.
Por otro lado, es imprescindible propiciar en los padres una actitud de compromiso y más compasiva ante los procesos de desarrollo del niño. Los padres esperan grandes resultados en corto tiempo y debemos cambiar la mentalidad hacia disfrutar y apreciar cada pequeño paso, sin criticar a nuestros hijos, ofreciéndoles un ambiente de confianza, en donde equivocarse y rectificar es natural y es parte del proceso de aprendizaje. Los niños están creciendo y convirtiéndose en personas más íntegras. El fin último no es el arte sino el desarrollo de un individuo integral, humano, con valores y con recursos para hacer frente a su vida.
Nunca es tarde para aprender a tocar un instrumento. Todos tenemos la capacidad de desarrollar nuevas habilidades sin importar la edad.
El triángulo Suzuki nos muestra de forma gráfica, que las tres partes que intervienen en el proceso de aprendizaje, alumno, padres y maestro, tienen la misma importancia. Tal como ocurre en un triángulo equilátero, sus tres lados son exactamente iguales.
El alumno se ubica en la punta superior del triángulo y los padres y maestro en los ángulos de la base del mismo, ya que estos conforman el soporte para el crecimiento y desarrollo del niño.
Suzuki Early Childhood Education (por sus siglas SECE) es el método Suzuki aplicado a edades tempranas, de 0 a 3 años, creado y desarrollado por Dorothy Jones bajo la guía y dirección del Dr. Suzuki. Este programa busca activar el inmenso potencial que trae consigo el bebé mediante adecuados estímulos que lo involucren con la música de manera natural, gozando y disfrutando con ella, dentro de un ambiente amable y estimulante.
En este proceso de educación musical, la presencia de los padres es primordial para apoyar, alentar a sus hijos y convertirse en sus “modelos a seguir”. La música representa un poderoso recurso que promueve la interacción y el vínculo entre padres e hijos, mientras los padres van desarrollando un conocimiento del método y de los objetivos del mismo.
En las clases de SECE, las canciones, juegos rítmicos y rimas serán aprendidas y se convertirán en una capacidad adquirida gradualmente, gracias a la repetición. Esta capacidad se transformará en habilidades de pensamiento y organización que irán llevando a los niños a niveles más profundos de conocimiento en la medida en que se van incluyendo nuevos niveles de aprendizaje. De esta forma, los niños van internalizando conceptos musicales mientras desarrollan su concentración, sensibilidad, apreciación, autoconfianza, disciplina y seguridad, a edades muy tempranas.
SECE utiliza los mismos fundamentos y principios educativos de la educación instrumental Suzuki. De esta forma, los niños se preparan para iniciar el estudio del instrumento una vez culminan el programa.
Nuestra metodología de enseñanza comienza con niños a partir de los 0 años de edad.